A pesar de que de niña nunca tuve una cámara, lo visual siempre formó parte de mí y desde pequeñita me atraía observar la forma en la que las personas miraban, posaban, sonreían… Sin embargo, la fotografía, como tal, no formó parte de mi vida hasta muchos años después.

Como en una carambola de afortunadas casualidades, y en una etapa de profundo dolor personal, comencé a estudiar fotografía y así se cerró el círculo hasta llegar a esta maravillosa, aunque tardía vocación.

Mi primera cámara fue un regalo de mi esposo que más de una década después, sigue siendo mi gran apoyo y aliado, en lo profesional y en la crianza de nuestra hija Nora, cuyo nombre en mi lengua materna precisamente significa luz, luz divina.

Fotografiarla en sus primeros días de vida hizo que me enamorara de esos momentos inolvidables y de la belleza inalterable que ofrecen y me decidiera dar el salto profesional.

Para mí, la fotografía va más mucho más allá de la técnica. Es una forma de expresión, una ventana hacia el alma y una herramienta para explorar la diversidad y la riqueza del mundo que nos rodea. En cada imagen, busco transmitir emociones profundas y despertar la curiosidad de quien observa esa imagen, que invita a sumergirse en el momento y a contemplar la belleza en su forma más pura.

Acompáñame. Te invito a unirte a mí en este viaje visual, donde cada imagen cuenta una historia y cada clic captura un fragmento de la vida. Juntos, podemos crear recuerdos que perdurarán para siempre.